
Desde temprana edad ya yo sabía mi naturaleza. ¡Una reina! Ama. Dueña y señora soberana de todo lo que le rodea. Hasta con su propio reino en el cual regir a cómo ésta lo estime necesario.
Ahora, no necesariamente con mano de hierro. ¡No! Por la mayor parte no soy tan cruel, exijente, o dura. Inclusíve para ese entonces, no tenía ninguna conotación del tipo sensual o sexual. La satisfacción venía de otro lugar mucho más profundo y lejano que de un mero y mundano orgasmo. ¡Ha! Pobres de aquellos los que todavía no se han dejado ir a ese lugar único que no muchos conocemos.
Al tiempo presente, prefiero regir mi reino, mis esclavos, y servidumbre en mi idioma nativo. El Español latinoaméricano. Esto por encima del pinche Inglés. Por ejemplo, no es lo mismo para mí que me llamen “Mistress” o “Master” (lo uso intercambiable) a que se refieran a mi respetuosamente y simplemente, “Ama“. ¡Nunca jamás!
Eso es porque la energía que recibo no tiene comparación alguna. El problema es que hasta ahora todavía no he encontrado un esclavo que hable mi idioma y que no tan sólo este cerca de mí, pero que esté disponible para servirme como me merezco en el momento que yo lo necesite o quiera. Un esclavo que por naturaleza no este sólo detrás de responsabilidades de cama.
Ya veré si mi esclavo del momento y casual de verdad sí aprende lo que le toca para satisfacerme completamente. Más importante, si en el futuro puedo encontrar el esclavo que hable mi idioma nativo con fluidez.